El contacto profundo y
auténtico de dos seres humanos es una cumbre retadora. Pocos la alcanzan porque
desconocen el camino o los asusta la altura de la meta. La teoría de Carl
Rogers se sustenta sobre los diversos aspectos que posibilitan, condicionan y
caracterizan las relaciones humanas y, entre ellos, la empatía ocupa un lugar
fundamental.
En su obra “El proceso de
convertirse en persona”(1954) nos presenta la experiencia de comprender al otro como un acto que
requiere un nivel de conciencia y atención más allá de los automatismos del
contacto social. Es necesario tomar conciencia de las actitudes, significados y
carga emocional y racional de sí mismo y del interlocutor: “He descubierto el enorme valor de permitirme
comprender a otra persona. La manera en que he formulado esta afirmación puede
resultarles extraña. ¿Es necesario permitirse conocer a otro? Pienso que efectivamente
es así.” He aquí el primer peldaño hacia la cumbre: permitirse
conscientemente comprender al otro; es un acto de la voluntad, una intención.
¿Cuál es la actitud necesaria
para permitirse comprender al otro? Rogers enfatiza la necesidad de anular los
propios juicios y esta es el segundo peldaño: “Nuestra primera reacción ante las afirmaciones que oímos de otras
personas suele ser una evaluación inmediata o un juicio, más que un intento de
comprensión. Cuando alguien expresa un sentimiento, una actitud o creencia,
tendemos a pensar: "Está en lo correcto"; o "Es una
tontería"; "Eso es anormal"; "No es razonable";
"Es incorrecto"; "Es desagradable".
Rogers va más allá, y presenta
como tercera disposición la necesidad de comprender el significado que las
afirmaciones tienen para el interlocutor: “Muy
pocas veces nos permitimos comprender
exactamente lo que su afirmación significa para él. Pienso que esto se debe
a que comprender es riesgoso.”
Y aquí aparece la complejidad
del acto comprensivo: para Rogers comprender es un riesgo, que implica el
cambio de la propia actitud, visión y posición: “Si me permito comprender
realmente a otra persona, tal comprensión podría modificarme, y todos
experimentamos temor ante el cambio.”
En sencillas palabras, Rogers
resume la grandeza del arte de comunicarse dada por la carga de responsabilidad
que entraña. “No es fácil permitirse
comprender a un individuo, penetrar en profundidad y de manera plena e intensa
en su marco de referencia. En efecto, esto es algo que ocurre con escasa
frecuencia.”
Salvados los escollos de la
responsabilidad, y estando ya dispuesto para la comprensión, Rogers describe el
cómo de la empatía, esta vez en su obra El
camino del Ser (1980): “La forma de
estar con otra persona que se denomina Empatía tiene varias facetas. Eso
Significa entrar en el mundo privado, perceptivo del otro y llegar a ser
completamente hogar en él/ella. Implica ser sensible, momento a momento, a los
cambiantes sentimientos significativos que fluyen en la otra persona, al miedo,
la rabia, la ternura, la confusión o lo que sea, que él/ella está
experimentando. Significa vivir temporalmente su vida, delicadamente sin hacer
juicios, percibiendo significados de los que apenas es consciente, sin tratar
de descubrirle sentimientos aún inconscientes, ya que esto le podría ser
demasiado amenazante.” Altruismo, delicadeza, respeto sagrado a lo sagrado
del otro. Esta es la cumbre en la que se produce el contacto de dos seres,
cumbre con un ascenso no exentos de riscos y por los que Rogers nos invita a
ascender y descender cada vez que iniciamos un diálogo con otra persona.
Habitualmente, ¿Qué tanta
disposición tienes para comprender al otro?
¿Cuál es el peldaño más
difícil para ti?
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