domingo, 14 de octubre de 2018

el Estilo de Vida según Alfred Adler


“Si observamos un pino que crece en el valle, notaremos que crece de manera diferente de uno en la cima de una montaña. Es el mismo tipo de árbol, un pino, pero hay dos estilos de vida distintos. Su estilo en la cima de la montaña es diferente de su estilo cuando crece en el valle. El estilo de vida de un árbol es la individualidad de un árbol que se expresa y se moldea en un entorno. ”

Alfred Adler, Médico y Psicoterapeuta austríaco (1870 – 1937) fundador de la Psicoterapia Individual, desarrolló una interesante investigación sobre la personalidad que propone como motor del individuo a las metas finales e inconscientes hacia las que dirige su vida (meta teleológica), este concepto sostiene su propuesta teórica y abre el campo a otros términos como el complejo de inferioridad, el carácter y el conflicto entre metas y realidad. Estos conceptos son presentados en su obra The Science of Living (La ciencia de la vida) (1929).

Entre estos conceptos destaca el Estilo de Vida.  Para Adler, el estilo de vida comprende el conjunto de actitudes que una persona desarrolla para enfrentar las situaciones de cambio; esas actitudes son las verdaderas características que distinguen su personalidad. Y aquí radica lo novedoso de su propuesta, pues enfatiza que es en las situaciones de cambio y adversidad cuando se debe estudiar la conducta de la persona para identificar su estilo de vida.

Habitualmente etiquetamos a alguien desde las conductas que desarrolla en su vida cotidiana, en condiciones controladas de hábitat, familia y sociedad, y a primera vista podemos pensar que ese sería su estilo de vida. La propuesta adleriana nos lleva al otro polo, a las circunstancias en las que la vida se sale de control, cuando se enfrenta un cambio sustancial en la cotidianidad. Las actitudes que afloran en esas circunstancias muestran realmente el estilo de vida de esa persona.

“Mientras una persona está en una situación favorable, no podemos ver su estilo de vida claramente. En las nuevas situaciones, sin embargo, donde deberá enfrentarse con dificultades, aparece el estilo de vida clara y distintamente.

Para Adler el estilo de vida es un segmento que transcurre entre dos puntos: el orden de nacimiento y la meta de su vida. El orden de nacimiento, o lugar que ocupa en la serie de sus hermanos, puede orientarnos a conocer las raíces del estilo de vida. Por ejemplo, el primer hijo es el centro de atención hasta que nace el segundo, por quien puede sentirse desplazado. El hijo menor, en cambio, será objeto de permanente cuidado y comparación con los mayores, pudiendo aparecer un sentimiento de minusvalía e incapacidad; finalmente el hijo del medio crecerá viendo cómo le atienden después que atiendan a los otros o si reclama muy intensamente, haciéndose familiar la postergación de sus necesidades. “Este estilo de vida se establece en los primeros cuatro años de la vida, cuando algo lo hace perder su normal interés en los otros y le da la impresión de que la vida es simplemente una gran dificultad y que es mejor no continuar en lo absoluto a estar siempre confrontando dificultades. Por lo tanto se hace cauteloso, dudoso y buscador de vías de escape (…) la única solución para esta persona es el completo aislamiento, de modo de no competir con nadie y ser, por así decirlo, el único ser en la faz de la tierra.

El estilo de vida es el movimiento constante hacia el objetivo de la vida” La meta de la vida o el objetivo de la vida, es para Adler la imagen en espejo del orden de nacimiento, asociada a éste. Un hijo mayor desplazado generalmente querrá huir del escenario para no presenciar cómo prefieren a otro, entonces su meta será escaparse… y vivirá escapándose (del trabajo, de las relaciones amorosas, de las amistades). Por el contrario, un hijo menor necesitará siempre ser mimado, protegido y asistido; su meta será ser sustentado por otros, por lo que siempre buscará un nuevo vientre materno que lo acoja, un hada madrina que le resuelva los problemas, una pitonisa que le declare el porvenir, a diferencia del hijo del medio que se acostumbrará a no pedir ni buscar nada para sí, contemplando la vida de los demás como un espectador; su meta será dejar pasar.

Entonces el estilo de vida que aflorará ante las dificultades estará condicionado por esas características: o bien la reacción de huida y aislamiento, la búsqueda ansiosa de una figura protectora, o la postergación perpetua de las oportunidades, patrones que asombrosamente se repetirán cada vez que se presente una situación existencialmente exigente.

Te invito, lector, a contemplar tu manera de reaccionar, los movimientos que te gustaría hacer cuando la vida te presenta cambios. ¿Notas algún patrón repetitivo?

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