“Si
observamos un pino que crece en el valle, notaremos que crece de manera
diferente de uno en la cima de una montaña. Es el mismo tipo de árbol, un pino,
pero hay dos estilos de vida distintos. Su estilo en la cima de la montaña es
diferente de su estilo cuando crece en el valle. El estilo de vida de un árbol es la
individualidad de un árbol que se expresa y se moldea en un entorno. ”
Alfred Adler, Médico y
Psicoterapeuta austríaco (1870 – 1937) fundador de la Psicoterapia Individual,
desarrolló una interesante investigación sobre la personalidad que propone como
motor del individuo a las metas finales e inconscientes hacia las que dirige su
vida (meta teleológica), este concepto sostiene su propuesta teórica y abre el
campo a otros términos como el complejo de inferioridad, el carácter y el
conflicto entre metas y realidad. Estos conceptos son presentados en su obra The Science of Living (La ciencia de la
vida) (1929).
Entre estos conceptos destaca
el Estilo
de Vida. Para Adler, el estilo de vida comprende el conjunto de
actitudes que una persona desarrolla para enfrentar las situaciones de cambio;
esas actitudes son las verdaderas características que distinguen su
personalidad. Y aquí radica lo novedoso de su propuesta, pues enfatiza que es
en las situaciones de cambio y adversidad cuando se debe estudiar la conducta
de la persona para identificar su estilo
de vida.
Habitualmente etiquetamos a
alguien desde las conductas que desarrolla en su vida cotidiana, en condiciones
controladas de hábitat, familia y sociedad, y a primera vista podemos pensar
que ese sería su estilo de vida. La propuesta adleriana nos lleva al otro polo,
a las circunstancias en las que la vida se sale de control, cuando se enfrenta
un cambio sustancial en la cotidianidad. Las actitudes que afloran en esas
circunstancias muestran realmente el estilo
de vida de esa persona.
“Mientras
una persona está en una situación favorable, no podemos ver su estilo de vida
claramente. En las nuevas situaciones, sin embargo, donde deberá enfrentarse
con dificultades, aparece el estilo de vida clara y distintamente.”
Para Adler el estilo de vida
es un segmento que transcurre entre dos puntos: el orden de nacimiento y la
meta de su vida. El orden de nacimiento, o lugar que ocupa en la serie de sus
hermanos, puede orientarnos a conocer las raíces del estilo de vida. Por
ejemplo, el primer hijo es el centro de atención hasta que nace el segundo, por
quien puede sentirse desplazado. El hijo menor, en cambio, será objeto de
permanente cuidado y comparación con los mayores, pudiendo aparecer un
sentimiento de minusvalía e incapacidad; finalmente el hijo del medio crecerá
viendo cómo le atienden después que atiendan a los otros o si reclama muy
intensamente, haciéndose familiar la postergación de sus necesidades. “Este estilo de vida se establece en los
primeros cuatro años de la vida, cuando algo lo hace perder su normal interés
en los otros y le da la impresión de que la vida es simplemente una gran
dificultad y que es mejor no continuar en lo absoluto a estar siempre
confrontando dificultades. Por lo tanto se hace cauteloso, dudoso y buscador de
vías de escape (…) la única solución para esta persona es el completo aislamiento,
de modo de no competir con nadie y ser, por así decirlo, el único ser en la faz
de la tierra.”
“El estilo de vida es el movimiento constante hacia el objetivo de la
vida” La meta de la vida o el objetivo de la vida, es para Adler la imagen
en espejo del orden de nacimiento, asociada a éste. Un hijo mayor desplazado
generalmente querrá huir del escenario para no presenciar cómo prefieren a
otro, entonces su meta será escaparse… y vivirá escapándose (del trabajo, de
las relaciones amorosas, de las amistades). Por el contrario, un hijo menor
necesitará siempre ser mimado, protegido y asistido; su meta será ser
sustentado por otros, por lo que siempre buscará un nuevo vientre materno que
lo acoja, un hada madrina que le resuelva los problemas, una pitonisa que le
declare el porvenir, a diferencia del hijo del medio que se acostumbrará a no
pedir ni buscar nada para sí, contemplando la vida de los demás como un espectador;
su meta será dejar pasar.
Entonces el estilo de vida que
aflorará ante las dificultades estará condicionado por esas características: o
bien la reacción de huida y aislamiento, la búsqueda ansiosa de una figura
protectora, o la postergación perpetua de las oportunidades, patrones que
asombrosamente se repetirán cada vez que se presente una situación
existencialmente exigente.
Te invito, lector, a
contemplar tu manera de reaccionar, los movimientos que te gustaría hacer
cuando la vida te presenta cambios. ¿Notas algún patrón repetitivo?

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